martes, 19 de enero de 2010

EL TRABAJO...

Tengo que reconocer que desde que estoy aquí hay varios mitos que han caído para mi.

Uno de ellos es que la salsa es algo latino. No llevo aquí ni una semana y creo que solo he oído salsa, bachata y merengue. Ah, y reggaeton, por supuesto. Por cierto, hablando de salsa, no voy a profundizar en el tema, pero el domingo reconozco que bailé más de lo que había bailado en Cuba. Cierto. Y os aseguro que estar en un garito lleno de colombianos bailando reggaeton puertorriqueño en el otro lado del mundo es algo que marca. ¡No me hagáis hablar de ello!

La foto está borrosa, lo sé… pero qué le vamos a hacer, es el único documento de la noche.





El otro mito que se ha derrumbado en menos de 7 días es el de que los españoles somos vagos y trabajamos poco. Puede ser cierto que nos gustaría trabajar menos. Puede que hagamos todo lo posible para escaquearnos (mamá, yo no). Pero la realidad es que si queréis ver lo que es trabajar relajado, deberías venir a Nueva Zelanda. Tienen otro ritmo, digamos. Uno muy pausado. Les encanta hablar, y hablar, y hablar, y hablar. Y después, hablan un poquito más todavía.

Pongo un ejemplo práctico:
Consulta de un médico español: sala de espera atiborrada de gente que grita, niños tirados por el suelo comiendo panchitos, una señora que se queja cada 3 minutos, un señor que se va a poner una reclamación a atención al paciente. La enfermera sale, con un mal humor considerable. Farfulla el nombre del paciente. El paciente pasa con cara de vinagre y se sienta en una silla cochambrosa. Por la ventana, que se limpió por última vez el día después de la inauguración del hospital, se medio vislumbra un árbol raquítico y un parking con una cola quilométrica. El médico, que ya ha consumido 30 segundos de los 5 minutos que tiene por paciente, de la manera más rápida que puede le pregunta por sus dolores/molestias/enfermedades (es importante recalcar que sólo da tiempo a ver UN problema, así que el paciente DEBE elegir el que sea más urgente). Mientras termina de hablar (2minutos 15 segundos) se le pide cortésmente que se desnude para la exploración (algo así: “ale, a la camilla… vamos!!!!”). (20 segundos. 40 si es una señora con faja, refajo y medias). Se optimiza la exploración explicándole mientras tanto el tratamiento, la próxima cita y las recomendaciones que debe seguir (casi 2 minutos). A la vez que el paciente se viste, se le grita a través de la cortina que si necesita cualquier cosa vaya a urgencias, porque con la saturación del sistema no se le va a poder ver hasta dentro de un año y medio.
Y aún así, incomprensiblemente, la cantidad de gente esperando fuera crece y crece.

Consulta en Nueva Zelanda: la sala de espera, con moqueta y sillas forradas, está ocupada por una pareja de chinos, unos maoríes con un niño que corretea descalzo y una señora con pinta de inglesa. Leen tranquilamente sus revistas y se saludan cordialmente cuando van a coger agua. Por la ventana se ve un parque con árboles gigantescos, el mar y unos veleros. El médico, que no lleva bata para no fomentar la distancia médico-paciente (lo que por una parte es muy bonito, pero por otra muy incómodo… no sabéis la de cosas que se pueden meter en los bolsillos de una bata), sale a buscar al paciente. Después de una conversación de aproximadamente 10 minutos sobre las vacaciones, la familia, la Navidad, la playa y el cambio climático se pasa a preguntar al médico cómo se encuentra. El médico contesta como si estuviera tomando un café con su prima. Tranquilamente se pasa a hablar del tema de la consulta, que a diferencia de en España, no es UNO y CONCRETO, sino una amalgama de dudas, preocupaciones, curiosidades y frases tipo “he leído que podría deberse a…”. El médico conversa distendidamente con el paciente durante otros 15 minutos. Se le da los volantes necesarios. La exploración no siempre es necesaria (puede darse otra cita más adelante para la exploración). Se le pregunta por enésima vez si tiene dudas, ruegos o preguntas (que por definición, tienen). Se vuelven a contestar. 15 minutos más. Se le explica que por supuesto, en cualquier momento puede llamar si lo necesita. Y que la próxima cita (que es prácticamente pasado mañana) por favor, venga con todas las dudas que quiera. Adiós, adiós. Muchas gracias. Muchas gracias.

Claro, con este ritmo ven 4 pacientes en una tarde, ¡pero lo contentos que se van! Así cualquiera… Pero lo mejor es que llegan a las 8, sin estrés. Comen a las 12, tranquilamente. Y a las 4 como muy tarde se van a casita. ¿No es la envidia de cualquiera de nosotros?

Para que no os preocupéis porque trabaje demasiado, os pongo también esta foto tan bonita de ayer en el cine. Mi primera experiencia con las películas en 3D. Vamos, como si acabara de llegar del pueblo.



6 comentarios:

  1. Esos chicos tan agradables y serios con los que fuiste al cine ¿son médicos del hospital? ¿Se baila salsa en el cine? ¿Se baila salsa en el hospital?
    Veo que tus experiencias en las antípodas están siendo de lo más provechosas: cine en 3D!!!!

    ResponderEliminar
  2. Esto se está poniendo cada vez más interesante!
    Como sedentario forzoso, gracias por el relato de tu aventura, no dejes de pasarlo tan bien y de escribir...

    Por cierto qué gusto de sistema sanitario, es todo público o cómo va?

    Bueno un beso!

    ResponderEliminar
  3. Mami, esos chicos tan serios no son médicos, y aunque parezca raro, no bailan salsa. En el hospital lo he intentado un par de veces, pero la gente no se arranca.

    Borja: el sistema es mixto, pero tienen un buen sistema público. Muy bueno, la verdad. Y muy poco saturado.

    ResponderEliminar
  4. Que hacés gaita, ya te lo dije varias veces, tenés el don del monólogo humorístico, tus crónicas de la cotidianeidad son geniales y creo que tenés que dedicarte a esto.
    En el Lafora las cosas son muy parecidas a ese hospital, con la diferencia que se entra a las 9:30 y a las 14 o como tardísimo a las 14:12 estás tomando el colectivo, parques con ardillas y zorros, cafetería en la que venden cañas, ¡se puede fumar!, médicos con chanclas y muchas otras cosas más que no sigo enumerando para que no continues con esa flasa idea de que los psiquiatras no nos esforzamos.

    pd-¿Cuál es el problema con los italianos de cerdeña?

    ResponderEliminar
  5. ADORO a los italianos, especialmente a los de Cerdeña... quién no?

    supongo entonces, tanque querido, que tendré que dejar la ginecología (por fin una buena noticia!!!!!). Aunque siempre me quedará dedicarme a la psiquiatría (anda, que menuda vida te pegas, eh, perro!)

    ché, boludo, un beso enorme

    ResponderEliminar
  6. ¡y me tenías preocupada!!!! cuando vuelvas (esperamos) montamos una clinica-zen en la que los pacientes seran felices, la médico (tú) ofrecerá gintonic y pasará consulta en un sofá......... Puede que solo tengas una paciente diaria, pero estres ninguno.

    ResponderEliminar

Tragos