viernes, 24 de octubre de 2008

Casi sin tiempo...



Llevo varios día sin escribir. Pero por una razón de peso. No es por las interminables jornadas laborales a las que me veo sometida (sí, la palabra es sometida). Lo que me hace plantearme una duda: ¿no sería mejor repartir el trabajo, por eso de acabar con el paro, y dejar que el resto de la población pueda disfrutar también de las guardias de 24 horas? Con lo maravillosas que son… os lo recomiendo…).
No, tampoco tiene que ver con la práctica exhaustiva del deporte, tan común en mi (aunque igual si vuelvo al gimnasio se me rompe la espalda con el primer estiramiento).
Y por supuesto, no tiene que ver con la vida social. Ya sabéis todos que soy una chica recogida, y que resulta casi imposible convencerme para salir de casa, por no hablar de esa tendencia incomprensible de los jóvenes de reunirse en bares y discotecas…

El caso es que desde hace unos días me ha dicho varias veces que soy borde. ¡Yo! No seca, no tímida, no, BORDE. Increíble, pero cierto. Y más de una persona.

“¡Pero bueno! Si soy la dulzura personificada…” (pensé para mis adentros la primera vez que me lo dijeron).

“¡Increíble, nada más alejado de la realidad!” (pensé la segunda y la tercera vez), “con lo maja que soy”.

“¿Cómo?” le dije al cuarto, “¿estás hablando en serio?”. Y le puse cara de asco.

Supongo que con el quinto ya iba calentita de entrada. Vale, reconozco que igual se me fue un poco de las manos, y no venía a cuento lo de partirle la silla en la cabeza. De todas formas, para demostrarle que se equivocaba voy cada tarde a visitarle al hospital. No me reconoce. Ni a mi ni a la mayoría de la gente. De hecho, no se acuerda de su nombre y cree que estamos en 1992. Lo bueno es que está ilusionadísimo con las Olimpiadas de Barcelona (hoy le he dicho que igual consigo entradas para la final de 100 metros vallas).

Así que supongo que hasta que se recupere y pueda volver a andar seguiré llevándole flores y chocolatinas. En cuanto tenga más tiempo, vuelvo a escribir.

Y por cierto, sigo sin entender lo de borde. ¿Borde yo? ¡¿Lo dices en serio?!

lunes, 6 de octubre de 2008

Mis vocaciones no seguidas (erróneamente)



Son las 7:13 de la mañana. Ahora llevo, exactamente, 22 horas y 47 minutos trabajando. He dormido (por decirlo de alguna manera) 2 horas. Mejor dicho, he estado tumbada en semi-coma, en el cuarto de médicos, unas 2 horas. Y mientras, daba vueltas intentando huir del aire acondicionado (sorprendente, pero en el hospital mantienen una temperatura base de nevera todo el año que supongo que tiene como finalidad conservar a los pacientes, digo yo. Eso o crear un microclima en el que el único ser vivo que pueda proliferar sean los pingüinos -aunque teniendo en cuenta los bichos que te encuentras por los pasillos, parece que no se ha logrado del todo-).


El caso es que desde que me he levantado no puedo parar de pensar en todas las cosas que me gustaría ser, que no tienen NADA que ver con las guardias y los hospitales. Ahí van 3:


1. Floristera (igual esta palabra no existe). Sí, me veo claramente, en mi floristería, con mis plantitas, vendiendo centros de flores y macetas con plantas. Y recomendando "mira, en esta época del año los gladiolos se dan especialmente bien". Si es que es lo que realmente me pega...


2. Por supuesto un trabajo tan divertido de esos de documental, tipo "vivo en una guardería de elefantes en Kenia", o "crío orangutanes-bebé en Sudáfrica". Aunque solo sea por lo monos que son los animales... Igual la realidad no es tan bonita, pero me da igual, quiero vivir en África y darle el biberón a una jirafa. Lo veo clarísimo.


3. Bibliotecaria. Si es que había un 50% de posibilidades. O seguía la vocación paterna y me metía en el fascinante mundo de la medicina (error), o seguía la de mi madre. Era fácil, mitad y mitad. Pues elegí la mitad en la que hay que hacer guardias, lidiar con pacientes, llevar medias de compresión extra-fuerte para aguantar de pie, correr de un lado para otro, oír historias absurdas a horas en las que lo que hay que hacer es dormir (o estar de copas)... Con lo feliz que estaría yo, entre mis libros, tan ricamente. Sigo prefiriendo lo de los animales bebés y las flores... pero en mi próxima vida si tengo que elegir, ante la otra opción, me quedo con esta...


(Y no voy a decir nada de mi vocación real, la de verdad-verdad, la de "millonaria con todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera". Con el único estrés de "no sé si ir a jugar al polo esta tarde o coger el jet y ver Madama Butterfly en Viena" (en el caso hipotético de que haya alguien en el mundo que juegue al polo hoy en día). Mi madre dice que me aburriría. Yo le digo lo que siempre dice mi abuela, que "solo se aburren los tontos").