No te engañes, esto no es una confesión. Hoy me he cruzado contigo por la Gran Vía. Tan como siempre, tan como en mis recuerdos, tan normal y a la vez tan especial. No me has visto, no me has sentido, tú, que decías que tenías un sexto sentido, y que notabas mi presencia, que eras capaz de olerme a kilómetros. Me lo creí en su momento, ahora sé que no era verdad, y me alegro, me alivia.
He esperado a que te alejaras, y como si el impulso viniera de fuera, me he dado la vuelta y te he seguido. Te he mirado andar, te he visto pararte en un quiosco, comprar lotería, tú, que no creías en la suerte. Has entrado en un banco, has vuelto a salir. Has comprado caramelos de menta y una cocacola. Te has revisado los bolsillos de la chaqueta tres veces, para confirmar que la cartera seguía ahí. Siempre has sido tan maniático…
Y cuando pasábamos por delante de la estatua de Neptuno, llegando a tu casa, me he dado cuenta de que ya no quería seguirte más. Y me he ido.
lunes, 25 de febrero de 2008
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hola Cristinilla!
ResponderEliminarMuy bueno tu blog! Ya tienes una lectora mas y precioso el post de hoy
Un besazo
"tu tia preferida"
Gracias!!!
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