Ya no la echa de menos. Ya ha superado su falta constante. Ya ha visto que no volverá más. Ya no quiere que vuelva. Ahora el tiempo es suyo, ya no tiene hipotecas pendientes con la pena. No le debe nada, consiguió acabar con todas sus deudas (eran todas imaginarias, lo que las hace más difíciles de pagar).
Ya duerme tranquilo. Ya puede volver a soñar sin miedo a las pesadillas. Ya puede levantarse en mitad de la noche sin que la oscuridad le acose. Ya puede estar, simplemente estar, sin hacer, sin producir, sin retorcerse.
Vuelve a ser él otra vez. Vuelve a ser el que conocí. Es uno nuevo, es el de antes, el de siempre, el que he hacía tiempo no era. Ya puede volver a ser.
Y es tan feliz que no hay nada mejor en el mundo que observarle, durante horas, durante días, durante siglos. Porque sabe que nunca más, que ya no más.
martes, 11 de marzo de 2008
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Tragos