Estaba hoy en el Metro, camino a mi casa, cuando me he dado cuenta de que hay cosas que siguen sorprendiéndome. Por cierto, empieza a parecer que me paso la vida en el servicio de transporte público de Madrid; claro, así es normal que no tenga ni vida social ni nada, y también explica lo de la palidez y las ojeras (¡y yo que había llegado a pensar que era por las guardias de 24 horas!).
A lo que iba, estaba sentada tranquilamente, escuchando música y mirando a la gente del vagón cuando me he fijado en el señor que estaba enfrente. Un señor calvo, de esos de calva reluciente, como pulida, camisa de señor mayor (la típica camisa de abuelo, vaya), pantalones beige (dios, cómo odio esa palabra, “beige”, agggg), calcetines azules y mocasines marrones. Uno de estos señores que no llaman la atención, tan típicos de metros y autobuses, de esos que parece que están yendo a recoger a sus nietos a clase de inglés, o a comprarle medicinas a su mujer, qué se yo. Y al lado del señor, una señora. La típica mujer-de-señor-mayor-calvo: teñida, con pelo corto esponjoso (del que parece que tiene más aire entre medias que pelo, como abultado), maquillaje discreto, chaqueta discreta, falda discreta por debajo de la rodilla, color neutro, zapatos de medio tacón. Todo en ella muy discreto.
Iba a continuar mirando al resto de la gente cuando me he fijado en el señor otra vez. Llevaba una bolsa de plástico pequeña, translúcida, entre las manos. Debía ser por la iluminación del vagón, que se entreveía un dvd, con una especie de cuerpo de mujer y otra cosa que no se distinguía del todo bien, y el título “Duluth… no-se-qué”. “Qué curioso”, me digo a mí misma, “menuda portada más rara”.
El caso es que al moverse para decirle algo a su mujer, el señor ha dado la vuelta a la bolsa, y ahí se han aclarado todas mis dudas: “City Sex Store, Madrid, Fax 91 181 27 33”. Y me he bajado del Metro, tres paradas antes de la mía, en un ataque de pudor irrefrenable.
En fin, la gente está fatal (además, yo pensaba que con eso de Internet la gente ya no compraba películas porno). Y allá vosotros si queréis mandar un fax a City Sex Store. El número es real…
martes, 3 de junio de 2008
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Jajajaja.
ResponderEliminarLo que me tiene preocupado es lo del fax. Que haya gente que alquile o compre películas porno, no, siempre y cuando estén entrados en años porque seguramente están ajenos al conocimiento de internet, o estamos hablando de coleccionistas o cosas por el estilo. Si es una persona joven hay un problema, si son varias, el país tiene un problema. ¡Pero lo del fax!
Un teléfono se explica con el no dar la cara, "che, tenés las tortugas pinaja?", pero un fax... ¡Laaa, mucho conocimiento del material del local hay que tener para mandar un fax!
que memoria, como hiciste para acordarte del número!!!!
ResponderEliminarun señor mayor, pero cuan mayor?
beso.
rf