lunes, 16 de junio de 2008

Meteduras de pata...






- ¿Y de verdad que no te gusta nadie? – me dice, sonriendo, con una copa en la mano.
- Pues la verdad es que no mucho… lo normal, qué se yo…
- ¿De todos? ¿Ninguno? Pero si esto está lleno de tíos… Va, di alguien…
- Bueno, si tengo que elegir… puf, no sé. Vale, vale – doy un trago a la cerveza – Vale. Mira, cuando entramos había uno alto, moreno, con el pelo medio largo y barba. Ese era medio pasable. Pero, bah, tampoco te creas.
- ¡Ese el J.!
- Eres bobo… no era J. ¿Cómo me va a gustar J?
- Jajaja… no sé, peores cosas se han visto
- Ya…

Media hora después, O. desaparece. Le veo andar hacia el fondo. Le veo reírse. Se acerca a un grupo. Se pone a hablar con uno. Es alto, moreno, con pelo medio largo y barba. Y desde luego no se parece ni de refilón al que vi entrar al principio de la noche.

- J, ¿qué hace O.? ¿Son colegas?
- No tengo ni idea, pero creo que no.

O. nos mira. Se ríe. Me mira. Se ríe un poco más y me saluda.

Ahora lo veo. ¿Cómo se puede ser tan tonto? “Por favor, por favor… que no sea lo que pienso”, me digo a mí misma. Y era lo que yo pensaba. Vuelve O.

- Jo, tía, lo siento.
- ¿Sientes qué?
- Pues eso, que el tío alto con barba no quiere nada.
- ¿Nada de qué?
- Nada de conocerte.
- Eres idiota, O, no era ese… Y aunque lo fuera… ¡pero mucho peor sin serlo!
- Jajajaja, ¿en serio? Bueno, pues mejor para ti, porque no quiere nada contigo.

Y nos pedimos otra copa. Y prometí no volver a decirle nada a O. (Mientras tanto, J estaba dudando si sería su noche del Génesis o del Apocalipsis…)

(O, va por ti, por tus meteduras de pata y por tantas y tantas noches juntos de trío Lalala).

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