domingo, 4 de mayo de 2008

Todo confundido

Hoy me he levantado más cansada de lo que me acosté.
Me he reído al darme un golpe en la rodilla.
He llorado cortando cebolla, sintiéndome la mujer más afortunada del mundo.
He cantado una canción que no me sé.
He dormido la siesta soñando que estaba despierta.
He llamado por azar a alguien con quien no quería hablar.
Y he disfrutado de la conversación.
He salido a tomar un café, cuando lo que quería era estar en casa.
Y he vuelto justo cuando me moría por ir a bailar.
Me he metido en la cama sola, cuando lo que más me apetecía era dormir contigo. Pero lo prefiero así, si estuvieras aquí, querría tenerte lejos, como siempre…

3 comentarios:

  1. Tengo una explicación parcial para esto, que empieza con el final. Dormir es importantísimo, y ya mismo te digo por qué. Porque existen el sueño y la vigilia, el primero es sólo eso, y por eso mismo es bueno. Lo segundo varía, muchas cosas pueden ser buenas, que se yo, hacer deporte, emborracharse (el alcohol hace bien a la circulación, sanguínea, no la de los autos), bailar, charlar. Y paro acá porque hay conceptos que, en ciertos países, se expresan con términos erróneos...
    Dormiste sola y tuviste un sueño atroz, que te lleva al primer punto, por ejemplo, que alguien roncaba y no te dejaba dormir. Te despertaste más cansada que cuando te acostaste, y todos sabemos que el cansancio nos pone medio boludos, y nos reímos de cualquier cosa, hasta de golpearnos una rodilla (¡con lo que duele eso!). Pero cuando el dolor ya es insuperable, hacemos cosas que nunca hacemos, yo por ejemplo si me golpeo me pongo a ordenar la pieza, otros, los que nunca cocinan, a cortar cebolla (uno se engaña, jaja), y lo que hagamos se verá interrumpido por lo que nos motivó,el dolor. Entonces lloramos. Y ahí nomás creemos que es por que hacemos lo que nos disgusta (limpiar, cocinar, jeje) por lo que nos ponemos muy contentos, porque nos olvidamos del dolor y somos felices al dejar de hacer lo que nos disgusta. Y ahí ya nos zarpamos y nos ponemos a cantar cualquier cosa, llamamos por teléfono a quien sea y hablamos cualquier verdura. Eso sí, lo del café, eso lo encuentro inexplicable.
    Besos

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  2. Esta explicación es digna del mismísimo Freud. Cambalache, querido, no tenderás hacia el psicoanálisis?

    Lo del café tiene una explicación clarísima, pero prefiero no hurgar en mis traumas infantiles (te lo explicaré en privado algún día, o en público con la suficiente desinhibición alcohólica).

    Un beso desde el trabajo (mientras, por supuesto, me tomo un café... sospechoso...).

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  3. primero pido perdón por hacerlo tarde, y luego te deseo feliz cumpleños, y que duermas con quien lo desees.
    RF.

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Tragos