Resulta que mi amigo… digamos… X (uhhhhh, qué misterio…. Quién será….) está empezando en una relación de esas no excesivamente estables. Vamos, que él se muere por sus huesitos y ella se hace la perra diciendo que va a llamar y pasando después. Para poner un ejemplo práctico (aunque sé perfectamente que TODOS habéis estado más de una vez en una situación similar), ella dice “pues nada, si eso te llamo”, y él se queda pegado al teléfono los 5 días siguientes, por si acaso llama justo cuando se aleja del móvil. De vez en cuando pide a sus colegas que le manden un sms, por si acaso la linea ha dejado de funcionar y no se ha dado cuenta. Sí, lo sé… todos nos identificamos con el pobre capullo que espera y espera… yo me acuerdo de una frase de mi amigo Iñaki, que me dijo, agarrándome un brazo y mirándome fijamente a los ojos “hija, Cris, si es que entre todos los arrastrados, tú eres la reina”. Doloroso.
El caso es que mi querido colega X (y con colega no quiero decir que compartamos la misma profesión), consigue, por fin, quedar con la pichurri en cuestión, a la que llamaremos H. Queda en ir a buscar a H, que está loca (…loca, por un beso tuyo…uhhhhh…. Loca….. ups, perdón, lapsus musical), que está loca por un grupo al que llamaremos Love of Lesbian (bueno, que de hecho se llaman Love of Lesbian, porque no creo que tenga que ocultar también su identidad, no? Y si les molesta, que me lo digan. O que se lo digan a Ramoncín, y que venga cabalgando a mi casa como jinete defensor de la SGAE. ¡Dios, qué miedo! Me arriesgo). El caso es que X decide sorprender a Y en plan “casual”, quedar como un tipo guay, modernote y enrollado, y a la vez esconder el hecho de que es todo una patraña, y que está más bien desesperado.
X se planta con su coche matrícula… Eh! No voy a caer en esa, no os voy a dar ni un detalle para que podáis descubrir a X. Pensad que es el Bruce Wayne de nuestra generación, aunque el pobre a veces recuerde más a Robin que a Batman. Pero volviendo a la historia: se planta en la salida del trabajo de Y y aparca delante de la puerta. Por supuesto, mira continuamente por los retrovisores, que los ha cambiado todos para ver la salida de la oficina. Duda si quedará más cool fumando dentro, pero claro, luego está el olor. Duda si igual queda mucho mejor esperar apoyado en una farola en plan Marlon Brando, pero se acuerda de su dudoso equilibrio, y le parece que quedaría fatal cayéndose a la pata coja. Al final se queda en el coche. Tiene preparada la canción favorita de Y, que por otra parte, a X no le hace demasiada gracia. “Estos moñas de Love of Lesbian”, piensa.
Pasan 10 minutos y Y no ha salido de la oficina. X sigue canturreando la cancioncilla. “Estos insoportables de Love of Lesbian”, piensa.
Un rato después, exactamente 35 veces la canción de Love of Lesbian, que ha estado sonando en bucle una y otra vez, se abre la puerta de la oficina y aparece Y. X la ve por el retrovisor, de hecho, la ve por tres retrovisores a la vez, y hace como que no. Ella se acerca, abre la puerta y escucha su canción favorita.
X piensa “Joder! ¡Cómo odio esta puta canción!”
Y dice: “Tío, mi canción favorita, qué casualidad”
X dice: “¡No! ¡¿En serio?! Acaba de empezar a sonar… y es mi canción favorita también. ¡Qué fuerte, será el destino!”
Jajajaja.... si es que cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que podría ser yo perfectamente... (Hey, pero no lo soy, no esta vez...)